15 de septiembre de 2019

Margareta [Atrapada - Taika]

/ continuación de Perdida /

Habían pasado seis largos meses desde que Taika dejó el hospital. Por fin empezaba a asumir su situación y estaba decidida a hacer algo para volver a casa, a su mundo. Tenía que ayudar a sus padres y también a su pueblo. Pero no era tan sencillo. Durante estos meses, se había dedicado a aprender cómo funcionaban las cosas en ésta realidad, para pasar desapercibida. Descubrió alarmantes diferencias que la preocuparon: no existía la magia. O al menos eso parecía. Los que afirmaban ser magos se dedicaban a hacer simples trucos para niños. Taika había perdido sus poderes, ni siquiera podía realizar el conjuro más sencillo que conocía.
También aprendió que a los gobiernos y a los cuerpos de seguridad les gustaba tener constancia de todo. La policía quiso investigar por qué una chica apareció herida en medio del campo. Querían saber si había sido un caso de agresión o solo un accidente. También querían saber quién era ella y de dónde venía, ya que sus huellas y su nombre no aparecían en ninguna base de datos. Taika se asustó muchísimo. No sabía qué contestar a todas esas preguntas, pero por suerte, ya se había encontrado con su ángel de la guarda.
Prácticamente desde que despertó en el hospital, la estuvo cuidando una enfermera muy amable que, desde la primera conversación que tuvieron, intuyó que Taika tenía un secreto que no podía o no quería desvelar. Margareta, que así se llamaba la enfermera, nunca presionó a Taika, sino que se dedicó a cuidarla y brindarle su amistad y apoyo. La chica lo agradeció muchísimo, ya que se sentía sola. Cuando apareció la policía para hablar con Taika, Margareta enseguida salió a ayudar a la chica ya que vió que estaba en dificultades. Les contó que había conocido a los padres de Taika hacía muchos años y que se habían ido a vivir a una comuna hippy, que eran unos descarriados, que no le extrañaba nada que no la hubiesen registrado y que la hubiesen educado ellos en la comuna. Los policías, aunque escépticos, dieron el caso por zanjado si Margareta prometía llevar a la chica al registro civil en cuanto la diesen de alta.
Taika se dio cuenta que necesitaba más que la amnesia para poder pasar desapercibida en ese mundo tan diferente al suyo. Decidió que lo mejor era pensar en una historia creíble, algo que le diese un pasado que no suscitara muchas preguntas. Pero mientras tanto, Margareta le ofreció quedarse con ella, ya que no tenía dónde vivir.

Durante esos seis meses, Taika descubrió que Margareta no había tenido hijos propios, sino que los había adoptado. Era una mujer con un gran corazón, dedicada a su trabajo y familia. Jamás había conocido a alguien así. Sabía cuál era el concepto de la adopción, pero en su mundo, la gente adoptaba a sus sobrinos o primos cuando los padres de los niños morían por enfermedad, accidente o por culpa de la guerra. No era un acto del todo voluntario y siempre quedaba en familia.
Taika se sintió realmente bien cuidada. Margareta no solo era su amiga, también era su consejera y profesora. Le enseñó a cocinar, a ir a la compra, a buscar empleo y, en general, a desenvolverse en el mundo en el que ahora vivía. A veces, Taika se reía para sus adentros pensando en la cantidad de sirvientes que en su mundo hacían las tareas que ahora realizaba. "Pues tampoco es tan complicado" - pensaba con una sonrisa en los labios.

Pero había llegado el día. Taika se sentía lista para volver a casa. No sabía si era posible, pero tenía que intentarlo. En todo ese tiempo había buscado información por todas partes, por desgracia se dio cuenta de que había muchísima gente en este mundo y mucha de esa gente decía cosas solo para llamar la atención, lo cuál dificultaba su búsqueda. No obstante, empezó a encontrar resultados: estructuras de poder, casas encantadas, zonas de energía sobre las que se habían edificado templos sagrados... Cualquiera de esos sitios podían ser interesantes para investigar y ver si contenían algo de magia, algo a lo que Taika pudiera aferrarse y crear un hechizo para volver a su mundo.
Por desgracia eso implicaba viajar y despedirse de Margareta. Solo habían sido unos meses, pero había sido como una madre para ella. No sabía si iba a volver, de hecho, lo más probable era que no volviera jamás.
Taika recogió sus cosas mientras Margareta estaba trabajando en el hospital. Se preguntó si justo ese día conocería a otra persona interesante en el hospital y su marcha no sería tan triste, pero sabía que era muy poco probable. Pensó en cómo darle la noticia a su amiga. ¿Debía esperarla y decirle que iba a marcharse? No era buena idea, Margareta se preocuparía, no podía explicarle exactamente a dónde y por qué se marchaba. De modo, que Taika se sentó a la mesa y decidió escribirle una carta donde le daba las gracias por todo el tiempo en el que cuidó de ella, por todas las enseñanzas y buenos ratos que pasaron juntas. Le prometió que jamás la olvidaría y le deseó todo lo mejor. Mientras escribía, las lágrimas empezaron a escurrírsele por las mejillas. Tuvo un fugaz impulso de romper el papel y quedarse allí para siempre, pero entonces pensó en sus padres. La necesitaban.

/siguiente capítulo Empieza el viaje/

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