23 de diciembre de 2018

Kannen

Pues el dilema con Kannen continua.

He hecho varias entradas en las que dedico párrafos a romperme la cabeza sobre qué hacer con el muñeco, el personaje... En fin. Aquí volvemos una vez más.

En vista de que acaba el año, me puse a hacer un breve repaso mental de cómo llevo la familia (también ha ayudado el hecho de que los he ido sacando de las cajas y metiendo en la vitrina). Y Kannen es el único que, aunque por un lado tiene personaje y forma parte de una historia que tengo pensada desde que prácticamente empecé en el hobby, por otro lado es el que más me sobra. Así que me he puesto a pensar seriamente sobre qué hacer con él.

Iremos por partes porque me resultará mucho más sencillo.
Cuando hablo de Kannen, siempre pienso en mi Minifee Seorin. Es decir, que me refiero a ese molde concretamente. Me pasa también con el resto de mis muñecas (sobre todo las que no tienen historia y como personaje solo tienen una breve descripción sobre la personalidad). Se que hay gente que rolea y tiene sus personajes por un lado y luego los moldes por otro, incluso varios moldes para un mismo personaje (la versión adulta y la versión joven o la versión animal y la versión humana). Pero ese no es mi caso.
No obstante, la historia de Yoko y Kannen es tan "antigua" (en cuanto a mi trayectoria en el hobby, porque es de cuando empecé) que primero creé los personajes y un boceto de la historia y después me dediqué a buscar moldes que me pegaran para enresinarlos. Es algo que ya no hago, porque realmente no me gusta y siempre acabo teniendo problemas con esos moldes.
En el caso de la Minifee Miyu (Yoko) fue fácil, porque era un molde que ya me gustaba mucho y me valía para el personaje sin problemas. Pero encontrar un molde para Kannen fue tedioso.


He de aclarar que me gustan más los moldes de chica que los moldes de chico. Parece que siempre hay una pequeña preferencia, en mi caso es una clarísima preferencia por las chicas desde el primer día. He intentado tener variedad, porque me gusta la idea de tener un poco de todo, pero a la hora de la verdad... molde masculino que he tenido, molde que me ha dado problemas y con el que no me he hecho ni a tiros.

Las facciones del molde es algo que me trae de cabeza desde que llegó. Y me explico: en un principio escogí ese molde porque me gustaba, porque le veía potencial. Mi idea, teniendo en cuenta el personaje, era hacer un chico punk con media sonrisa algo traviesa quizá, pero expresión seria, incluso mirada cansada.
Primero intenté maquillarlo yo y me quedó fatal (cosa que no es de extrañar porque a mi tampoco es que se me de genial), pero después me lo maquilló otra persona pasándose por el forro todo lo que yo quería y, por compromiso, me tuve que comer ese maquillaje y no, nunca ha sido él. De hecho he acabado por verle tantos fallos que le he cogido manía. Ya no se si es un molde que pueda tener el aspecto que yo quiero, ya que la forma que tiene el hueso de las cejas, invita a hacerle con una expresión alegre, incluso dulce. También tiene una expresión sonriente que no pega con lo que a mi me gustaría tener.
Todo eso es lo que más me echa para atrás a la hora de mandarlo a maquillar. Si la persona a la que se lo mando no capta la idea que tengo y me hace un chico dulce, alegre y mono... volveré a tener ganas de lanzarlo por la ventana.

Pero cuando pienso en el personaje, me da pena simplemente deshacerme de él. La verdad es que es el único personaje masculino que conservo y no me veo buscando un nuevo molde para hacer de Kannen. Se me haría raro que a estas alturas fuese otro muñeco el novio de Yoko... creo que acabaría por cambiarle de nombre y crearle una nueva historia por no sentir que es él. Como si a mitad de la serie te cambian de actor a uno de los protas. También está el factor de que a mi realmente los moldes de chico... me gusta más verlos en fotos ajenas que tenerlos para mi.

En conclusión me encuentro: con un molde de chico (cuando soy más de chicas) que no encaja con el personaje, pero un personaje del que me da pena despedirme.

Mi eterno dilema.
Por eso he estado tanto tiempo pensando: va, si lo mando a maquillar me re-enamoraré de él y todo se arreglará. Pero empiezo a pensar que no vale la pena invertir en un maquillaje si hay tantas posibilidades de que no me hagan lo que yo busco o que aun con todo me pese más la manía que le he ido cogiendo con los años que el cambio de look.
Es posible que me toque malvenderlo y también por eso me resisto a ello. Hay días en los que me levanto y pienso: va, un pequeño empujoncito y acabo de tenerlo listo. Pero otros días simplemente quiero quitármelo de delante.

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